Con portada principal de cantería rojiza, coronada por el escudo de la Orden de Predicadores, arco de medio punto, alfiz y capiteles góticos que desarrollan un programa iconográfico sobre el triunfo de los dominicos sobre la herejía, la iglesia de Santo Domingo, junto con el camarín del Rosario, la capilla de la portería, la capilla capitular y la torre campanario son las únicas cinco piezas arquitectónicas que han quedado más o menos intactas de lo que en su día fue el Convento de San Miguel de las Victorias.
Fundado en 1530 por la Orden de Predicadores, su interior reúne uno de los mayores tesoros artísticos de pintura, retablística y escultura de La Palma. A lo mejor del barroco pueden adscribirse el monumental retablo mayor, el retablo del Rosario, el púlpito, la techumbre de la sala capitular y las imágenes de San Francisco de Asís y San Miguel Arcángel. Al flamenco renacentista, las tablas que formaban el antiguo retablo de pincel, compuesto por varias piezas de Pierre Pourbus el Viejo, así como el lienzo de la Santa Cena de Ambrosius Francken, colgados en la nave.
Al clasicismo canario, las imágenes del Nazareno, La Magna y la Virgen del Rosario, las tres debidas a Fernando Estévez. Al barroco americano, el lienzo de Nuestra Señora de Guadalupe y la imagen cubana de Santa Catalina de Siena. Y a los talleres locales, el lienzo de Virgen de la Merced con San Ramón Nonato y Santa María de Cervellón y las imágenes de Santo Tomás de Aquino y Santa Rita de Casia.
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